Primer héroe de la nueva era
CUPRA Tavascan: un viaje a sus orígenes
Casi en la frontera con Francia, el pueblo de Tavascan se alza imponente en el corazón de los Pirineos. CUPRA Tavascan, inspirado en el municipio, emprende un viaje a sus orígenes. Dos realidades se encuentran para descubrir que comparten mucho más que el nombre.
Rendimiento eléctrico.
Con sus 250 kW (340 HP), CUPRA Tavascan es el primer SUV coupé totalmente eléctrico de la marca y hace honor a su homónimo, que alberga una de las centrales hidroeléctricas poco convencionales del territorio. Alojada a 500 metros de profundidad dentro de la montaña y con uno de los saltos de agua más importantes de Europa, cambió completamente la vida en el municipio. Un objetivo compartido por CUPRA, que con CUPRA Tavascan quiere reinventar la electrificación y demostrar que los vehículos eléctricos pueden tener un alto rendimiento deportivo.
Esencia en materiales auténticos.
Paredes de piedra y tejados de madera; el pueblo de Tavascan se fusiona con el entorno natural que lo rodea. Igual que CUPRA Tavascan al recorrer sus calles. Y es que el equipo de diseño se inspiró en la naturaleza más pura para crearlo. “Queríamos dar al modelo una honestidad real, con materiales auténticos, colores, texturas y elementos gráficos que le otorgan una sofisticación en sintonía con lo natural”, explica Francesca Sangalli, responsable de Color&Trim Concept&Strategy de CUPRA.
Espíritu sostenible.
Gran parte de los recursos naturales de Tavascan, como sus más de 50 lagos, están orientados a la producción de energía verde. Una apuesta por la electrificación y la sostenibilidad que comparte con CUPRA. El camino de la marca hacia la electrificación es su impulso imparable, y CUPRA Tavascan no es una respuesta al cambio, es el vehículo que lo crea. Más allá de su potencia eléctrica, el uso de diseño paramétrico también juega un papel importante en la protección del medio ambiente: “Nos permite crear una estructura más ligera y dar valor a las piezas por lo que son, sin necesidad de cubrirlas para embellecerlas; una manera de reducir la huella de carbono”, concluye Sangalli.